La panacea del quiosquero y el supermercadista usurero, un limbo para los oportunistas indeseables, un bálsamo para los cargosos de ocasión.
Para los olvidados, un averno potenciador de resentimiento melancólico.
Su lema: una golosina por un beso.
Su modo de ser: una semana empalagada en despilfarro glucoso de "porquerías con mensaje".
